Me acerqué con cuidado para no espantar este hermoso coro, me llamó la atención una gran cantidad de insectos en el suelo húmedo, bajo del arbusto, y también una gran cantidad de semillas entre los pastos, otras ya tapadas por la tierra. Misteriosamente se abría entre el suelo ya agrietado los brotes de éstas semillas que habían horadado, transformándose en nuevos arbustos.
En la parte de un costado de este, ralamente con sus flores moradas,
Quedé contemplando este cuadro, me dije é ahí la vida. El misterio de una semilla, como que al caer al suelo con el agua y el sol esta germina y se transforma en un bello arbusto que dará flores.
De dónde saca las fuerzas la semilla, quién le da la energía para abrirse en medio de la tierra. É ahí la fuerza, la energía que da movimiento a todo, hasta los seres inanimados, la tierra misma que tiene su propia vida, como si cambiase de humor en cada estación.
É ahí la energía, que en algunos casos unido a la materia le llamamos vida, el arbusto mismo, esa energía interior que hace recorrer la clorofila en su tronco, llegando hasta las hojas más pequeñas.
Esa energía que hace que éste, florezca y produzca el fruto.
¿Quien le enseño a mi arbusto a producir flor? y luego ¿quien le enseñó a esta flor producir un fruto que alberga dentro suyo el principio de la vida?
Pensar que en el fruto, esta la semilla para que se transforme en un nuevo ser.
¿Qué hace mi arbusto para atraer a avispas meleras, abejas, colibríes etc.? É ahí la energía, é ahí en mi arbusto la vida.
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